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Detallista
Uno de los factores que interviene en la compra del vehículo, en algunos casos de manera fundamental, es el acabado.
Ciertamente, un efecto metálico o perlado, con un impecable brillo, puede invitar al usuario, en caso de duda, a decantarse por la adquisición de un turismo determinado.
Pero no sólo las capas de color y barniz recubren el vehículo, sino que también existen otros productos y tratamientos que lo protegen. Se trata de las denominadas, genéricamente, capas de fondo (fosfatación, cataforesis, imprimaciones y aparejos), que determinan la durabilidad de la pintura. Por eso, es importantísimo mantener estas capas en el mejor estado de conservación, ya que de ellas depende el estado general del vehículo.

En cuanto al acabado, se suelen presentar dos sistemas, denominados monocapa y bicapa. En el primero, se aportan, en una sola capa, el color, el brillo y la dureza; en el segundo, se aplican dos capas, de las cuales la primera sólo aporta el color y la segunda consiste en un barniz transparente, que ofrece brillo y dureza.

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De esta forma, con los productos de fondo y los de acabado, se consigue una protección anticorrosiva superior a los 10 años y la pintura adquiere una resistencia óptima frente a posibles daños, garantizada mediante innumerables pruebas y ensayos de control de calidad.

Los automóviles están expuestos a multitud de agentes agresores, como gravilla, sal que se emplea contra la nieve o los arboles, son muy evidentes. Pero existen otras menos apreciables: la radiación ultravioleta, el frío- calor extremo o la corrosión. Según su origen podemos establecer cuatro factores: mecánicos, químicos, atmosféricos e industriales.

FACTORES MECÁNICOS
Cualquier elemento que pueda causar daños a las capas de pintura mediante una acción mecánica. Entre ellos, se pueden citar los arbustos y matorrales del campo, los rodillos de los túneles de lavado, el contacto accidental con otros vehículos en aparcamientos,... Dependiendo de la profundidad del daño, podría ser necesario, incluso, pintar el vehículo.

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FACTORES QUÍMICOS
Aquellos compuestos que, por su constitución, resultan especialmente agresivos: ácido de la batería, líquido de frenos y, en general, de cualquier álcalis, ácido o jabón. También se consideran otros agentes, como los excrementos de aves o los insectos, que, por su composición ácida, pueden dañar la pintura al incrustarse. Por este motivo, es recomendable eliminarlos al final de un viaje largo o tan pronto como sea posible, evitando que se produzca el ataque químico.

FACTORES ATMOSFÉRICOS
La radiación ultravioleta del sol puede afectar a los componentes de la pintura, disminuyendo el brillo. De igual forma, el calor o frío extremos, así como la combinación de ambos, puede deteriorar la pintura.
Asimismo, la nieve o el hielo, en combinación con la sal utilizada para su eliminación, son elementos agresores susceptibles de originar focos de corrosión.

FACTORES INDUSTRIALES
La contaminación generada por algunos sectores industriales puede atacar a la pintura, debido a la agresividad de tales compuestos. En unos casos, el agente es la lluvia ácida, pero existen otros productos más frecuentes, como el polvo industrial o las proyecciones de poliuretano (si estacionamos durante un período prolongado en una zona de obras). Algunos de estos agentes podrían obligar a repintar el vehículo.

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MANTENIMIENTO DE LA PINTURA
Para conservar el vehículo, es preciso realizar un mantenimiento periódico de la pintura y de toda la carrocería. Éste debe hacerse con los productos adecuados y siguiendo los procedimientos recomendados.

El lavado del vehículo elimina cualquier impureza depositada sobre la carrocería, como cal, arena, sal, resina,... y que, de no suprimirse con prontitud, podría acabar deteriorando el estado de la pintura.

Se debe comenzar lavando con agua abundante todo el vehículo para reblandecer o arrastrar la suciedad depositada que, de no humedecerse, se comportaría como granos abrasivos, que arañarían la pintura al frotar.
En caso de emplear agua a presión, no debe aproximarse en exceso a la pintura, pues podría ocasionar su desprendimiento o agrietamiento, destruyendo su carácter aislante.

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Si el vehículo presenta mucha suciedad, el lavado manual resulta más eficaz. Seguidamente, debe lavarse el vehículo con agua y jabón neutro. En algunos casos, el jabón lleva aditivos para favorecer el proceso, pero hay que
asegurarse de que dichos aditivos no sean perjudiciales para la pintura. Debe realizarse con un guante de lana natural de cordero o de microfibra o con una esponja adecuada. Para frotar sobre las ruedas, pueden emplearse cepillos pero nunca utilizarse sobre la superficie pintada.

La suciedad más incrustada no debe frotarse insistentemente, es preferible utilizar desengrasantes o alcohol. En otros casos, debe humedecerse la zona durante unos minutos o aplicar determinados productos como, por ejemplo, los antimosquitos. Así, se facilitará su posterior eliminación con agua y jabón.

El lavado finaliza con un aclarado completo de la carrocería que elimine los restos de jabón. Después del lavado, es conveniente secar toda la superficie con toallas de microfibra específicas, evitando, en cualquier caso, secar el vehículo al sol. Tras el lavado, es altamente recomendable el empleo de ceras protectoras (sintéticas o selladores, naturales o en pasta con carnauba); ayudan a retrasar el envejecimiento y dificultan la corrosión dejando fina película protectora.

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Cuando la capa de pintura ha perdido su brillo, puede abrillantarse la superficie. Este proceso deben realizarse con productos de baja abrasión, q no dañen la capa de pintura. Además, siempre debe efectuarse fuera de la radiación solar. Durante la frotación, a mano o a máquina, no debe insistirse en exceso sobre una misma zona, pues el calentamiento puede deteriorar la pintura. Los productos empleados no deben contener siliconas, pues son un peligroso contaminante en caso de q deba procederse al pintado del automóvil. Si se requiere una mayor eficacia para eliminar impurezas o recuperar el brillo, se deben emplear pulimentos o polishes de diferente grado de abrasividad, q actúan reduciendo mínimamente el espesor de la capa de pintura. Por ello, este proceso no puede realizarse indefinidamente, sino q cuando el espesor de la capa sea muy pequeño, será necesario volver a pintar el automóvil. En los acabados monocapa, el aplicador o esponja aplicado quedará impregnado con el color del vehículo, mientras q en los acabados bicapa, al pulir el barniz incoloro, aún existiendo desgaste de la capa, no se tintará el aplicador o esponja.


Si el vehículo ha sido repintado, debe transcurrir un tiempo prudencial antes de proceder a su mantenimiento, pues es necesario que el proceso de polimerización que implica el secado de estas pinturas se haya completado. De otra manera, la capa no estaría suficientemente endurecida, por lo que el lavado, pulido o abrillantado deterioraría la pintura.


Finalmente, cuando los daños sean de mayor consideración, será necesario seguir el proceso de pintado adecuado, que reponga todas las capas de pintura, con los espesores apropiados. Un espesor mayor no implica necesariamente mejores propiedades, pues, aparte de la aparición de otros defectos, aumenta la fragilidad de las capas.


Saludos.
 
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